Hay algunos padres que de pronto un día descubren que su hijo fuma. Y yo me dirijo a ellos.
Señores, es muy posible que su hijo sea de esos que empezaron a fumar desde su más temprana pubertad. Y probablemente, él ni siquiera haya hecho mucho por ocultarlo, pero ustedes pasaron por alto todas las pistas que se les presentaron. Por ejemplo, cada vez que su hijo decía “me voy a caminar media cuadra” no iba a caminar media cuadra sin nada en la mano… iba a caminar media cuadra con un cigarrillo en la mano. Cada vez que su hijo ponía a lavar toda la ropa porque apestaba a cigarrillo alegando que “había un montón de gente fumando anoche en el bar y se me impregnó” el que fumaba era él, y no en el interior del bar, sino en la puerta, del lado de afuera, porque hace ya varios años que se prohibió fumar en lugares públicos. Cada vez que ustedes, queriendo poner agua a calentar para un mate o un café, se preguntaban a dónde habrían ido a parar todos los encendedores y fósforos de la cocina, hubiera sido más lógico responderse que al bolsillo de la mochila de su hijo, en vez de convencerse que la empleada se los robaba.
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viernes, 22 de octubre de 2010
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