domingo, 30 de octubre de 2011

Sexo, droga y rock and roll!

Sólo que en vez de sexo, mirar la tele.
Y en vez de droga, helado con salsa de chocolate.
Y en vez de rock and roll, pop-rock latino.

I know, very very sad…

viernes, 28 de octubre de 2011

Ugly Betty

Si cada vez que te encontrás con alguien que no ves hace años, ese alguien te mira incrédulo y comenta “pero qué bonita que estás ahora”, no podés no preguntarte… ¿tan fea era de niña?

jueves, 27 de octubre de 2011

No dejo de sorprenderme

La verdad es que dada mi poca habilidad para pintarme las uñas de las manos, ya tenía muy poca fe en mi motricidad. Como dicen en las películas, “the bar was set pretty low”. Y sin embargo, cuando decidí pintarme por primera vez yo misma las uñas de los pies, logré decepcionarme. Y eso es mucho decir… O sea, yo no es que tenía la esperanza de que no se notaran las pinceladas que doy, o de que no quedara el color más oscuro en algunas uñas y más claro en otras, o de que no se me escapara el esmalte para los bordes de las uñas, no, soy realista. Pero de ahí a encontrarme esmalte en el talón…

miércoles, 26 de octubre de 2011

I think you have the wrong person…

Antes de empezar con la siguiente historia (historia que por cierto es real) quiero aclarar que yo vivo en una residencia de jóvenes, bien típica, de esas donde los baños y la cocina son compartidos, y donde siempre, siempre, hay joda.

Esta historia se sitúa entonces en tal residencia. Acá va.

Estaba yo en patines (clara señal de que iba a salir a patinar muy próximamente, ¿no?) en la cocina, para agarrar una botella de agua de la heladera para hidratarme en la patinada. En la cocina había también en ese mismo instante otro chico, uno de esos latinoamericanos que se cree que el simple hecho de que seamos los dos latinoamericanos nos hace, no sé, mejores amigos, almas gemelas, inseparables. Y para acentuar ese vínculo que él cree compartimos, cada vez que me ve me hace algún comentario del estilo: “En un diario colombiano salió hoy que la presidenta argentina cruzó la calle sin mirar a los costados” o “Vi un video en youtube del chico uruguayo que en el Mundial Sub 12 del 93 metió un gol contra Ecuador” o “El otro día conocí a alguien de Asunción. Ah, no, esperá, ¿Asunción era en Uruguay o Paraguay?”.
Se van haciendo una idea del nivel de simpatía que tengo hacia este personaje.
Y ahí estaba yo, con mi botellita de agua en mano, dispuesta a salir a patinar, rezando para que su relato terminara pronto, cuando me dice:
“¿Te quedás un rato en la cocina?”
Mi respuesta: “¿¿¿¿¿????”
Él prosiguió: “Es que estoy poniendo estas papas en el horno, y quiero ir a hacer unos mandados. Tiré el paquete con las indicaciones así que no sé exactamente cuanto lleva, pero si te quedás por acá, ¿no me las controlás? Y que no se quemen, eh, jajaja”

Sí, jajaja le contesté yo… 
 
Creo que se equivocó de persona… No sé, creyó que yo era la novia, la madre, la empleada, alguien con paciencia, alguien a quien le importa en lo más mínimo que él coma papas quemadas…

martes, 25 de octubre de 2011

¡Pero qué inteligente este niño!

Una cosita nomás. Una aclaración que quiero hacer. Señor, señora. Todos creemos que los niños de nuestra familia son superdotados. Todos miramos a los bebés de nuestra familia convencidos de que son mucho más inteligentes que los otros bebés de su edad. Todos. Y a todos nos encanta hablar del tema, felicitarnos por los logros de tal niño o tal bebé. Pero hay una gran verdad que muy pocos tienen en cuenta. Y es la que dice que a todos nos gusta escuchar a nuestros parientes afirmando que los bebés de la familia son avanzadísimos, pero escuchar a gente externa contar que los bebés de su familia lo son, no tanto…
Así que señor, señora, si en su familia hay un bebé, no se prive de comentar cuán adelantado es, pero en familia. Afuera, no. Y ni hablar si su bebé tiene 28 años…
Corre el serio riesgo de que alguien, algún día, le conteste…

lunes, 24 de octubre de 2011

Pimp my ride

¿Vieron esos lugares que en la entrada tienen un mostrador de “Lost and Found”? Bueno, el supermercado de la esquina de mi casa es así, a la entrada tiene un mostrador detrás del cual hay un placard con puertas de vidrio y cerrado con llave en el que se exponen todas las cosas que la gente ha ido perdiendo y olvidando en las tenebrosas góndolas del comercio. Ya sé, muy chic, muy glamour, muy de película estadounidense, y sobre todo, muy gracioso. Pero lo que les quiero contar es que el otro día mientras hacía la fila para pagar mis artículos (todos muy sanos, claro está), me puse a observar lo que había en ese placard de “Lost and Found”. Y me quedé anonadada. Entre muchas cosas no muy interesantes, había tres monopatines. Sí. Un, dos, tres. Tres monopatines.
¿Cómo hace alguien para llegar a un lugar en monopatín e irse caminando? En serio. ¿Cómo? Y peor aún… ¿Cómo hacen tres personas juntas para llegar en monopatín e irse caminando? ¿Ninguna de las tres fue capaz de acordarse de que a la ida no venía apoyando los pies en el asfalto? Porque no me van a decir que fueron tres olvidos separados, independientes. Eso sí que sería demasiado. Que tres personas diferentes, sin ninguna relación, se hayan encontrado, en tres ocasiones diferentes, en la insólita situación de ir a hacer las compras en monopatín y volver a pie. Sería muy fuerte. Y si uno es muy muy cínico y tiene muy muy poca fe en el ser humano puede decir que hay una tercera opción… Que sea la misma persona, que en tres ocasiones diferentes haya olvidado su monopatín en el supermercado de la esquina de mi casa. “Uy, no sabés, otra vez me tengo que comprar un monopatín porque volví a perderlo. Ya no sé ni dónde tengo la cabeza.”

domingo, 23 de octubre de 2011

Es el colmo

¿Sabés cuál es el colmo de la gente pelotuda? Quiero decir, el colmo de la gente con demasiado tiempo libre, la gente con muy pocas cosas que hacer. Ese momento a partir del cual te decís “ta, esta persona no está ocupada para nada, no tiene ningún lugar en el que estar, nadie que la esté esperando”. ¿Sabés cuál es?

Ese momento, es el preciso momento en que te das cuenta que alguien, en su cocina, tiene balanza para pesar alimentos e ingredientes. Porque seamos honestos, ¿quién tiene tiempo y paciencia como para andar pesando los 200 gramos de harina que lleva la torta en lugar de usar el viejo y querido método de la medida a ojo, método que, dicho sea de paso, durante décadas ha demostrado ser muy eficaz? Sólo alguien con mucho tiempo libre…