Yo lo repito y lo repito. Que fui a Ibiza reiteradas veces, porque me encanta la playa. Y sigo repitiéndolo. Que es paradisíaco, que el clima es espectacular, el mar hermoso, las vistas increíbles, los mariscos exquisitos, el centro histórico (Patrimonio Universal según la UNESCO) divino. Y cada vez que lo digo, la reacción de mi interlocutor es la misma: petrificación de la mirada, y gesto de sorpresa e incredulidad. Y yo puedo adivinar perfectamente lo que está pensando, porque según el interlocutor, ese pensamiento es siempre una de las dos opciones siguientes:
-“¡Qué desperdicio de Ibiza!”
o
-“¡Esta tiene una doble vida total, y cada vez que se va explota Ibiza!”
viernes, 1 de octubre de 2010
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