No es que me caes mal… Es
sólo que nunca llegué a quedarme sin excusas cuando me propusiste hacer algo.
Quizá si seguís insistiendo, si sos persistente, un día no se me ocurra nada y
no me quede otra que aceptar.
domingo, 22 de abril de 2012
domingo, 4 de marzo de 2012
martes, 28 de febrero de 2012
Yo nunca
Yo nunca dije “ay es que mi sobrinita quiso jugar a las manicuras” demasiado avergonzada como para reconocer que este mamarracho en las uñas me lo hice yo solita.
domingo, 26 de febrero de 2012
Note to self…
Note to self…
Rollerskating in the same place other people choose to play football… Not such a good idea.
Rollerskating in the same place other people choose to play football… Not such a good idea.
Where do I go from here?
Yo trabajo en un lugar que no voy a especificar, pero es un lugar de renombre. Es un buen trabajo, me puedo considerar afortunada. Pero extraño a mi familia, porque estoy lejos. Por eso, el año pasado, cuando se acercaban las fiestas, decidí tomarme absolutamente todos los días de licencia que me quedaban juntos, para irme a pasar las fiestas en familia, y poder quedarme lo suficiente como para sentirme de nuevo en casa.
Con la reglamentaria antelación, le pedí a la persona que yo creía que tenía que aprobar mis vacaciones, que las aprobara. Lo hizo. Así que feliz y contenta, compré mi pasaje, armé la valija, y me fui. Pasé un mes espectacular, de familia, playa, Papá Noel, daikiris, asado, tejo y baile.
Pero hete aquí que hoy, cuando el mes de Febrero está terminando, y ni rastros quedan de mi bronceado vacacional, se me presenta la secretaria de la oficina con un problema: mis vacaciones no fueron aprobadas. Resulta que hubo un cambio en la estructura de la empresa y la persona a quien yo tendría que reportar ya no es la que creía. Por lo tanto, tampoco es esa persona quien tendría que aprobar mi licencia.
Con la reglamentaria antelación, le pedí a la persona que yo creía que tenía que aprobar mis vacaciones, que las aprobara. Lo hizo. Así que feliz y contenta, compré mi pasaje, armé la valija, y me fui. Pasé un mes espectacular, de familia, playa, Papá Noel, daikiris, asado, tejo y baile.
Pero hete aquí que hoy, cuando el mes de Febrero está terminando, y ni rastros quedan de mi bronceado vacacional, se me presenta la secretaria de la oficina con un problema: mis vacaciones no fueron aprobadas. Resulta que hubo un cambio en la estructura de la empresa y la persona a quien yo tendría que reportar ya no es la que creía. Por lo tanto, tampoco es esa persona quien tendría que aprobar mi licencia.
A ver si entendí bien… ¿Me estás informando que no tengo permiso para irme de vacaciones cuatro semanas el año pasado (semanas que por cierto, ya pasaron, ya me fui, y ya volví)?
A partir de acá, ¿qué pasos se toman? ¿cómo se sigue una conversación así?
sábado, 25 de febrero de 2012
15 minutos de tolerancia… ¿15?
A vos no te gusta esperar… Mirá vos… Bueno, sabés qué… Pongamos las cosas de otra manera. Mirálo desde esta perspectiva: por cada vez que vos no tuviste que esperar en estos últimos no sé cuántos años, yo te esperé entre 45 minutos y una hora y media. Creo que una vez que pierdo el bus, se me puede perdonar...
martes, 21 de febrero de 2012
Nuevo low en mi vida
Hoy cagué en el trabajo. Hice caca en el trabajo. Si eso no es tocar fondo, no sé lo que es…
martes, 14 de febrero de 2012
Say cheese !
La gente que no consigue quedarse quieta durante 5 segundos, que no consigue dedicarte exclusivamente su atención por 5 segundos, ese poquito tiempo que necesitás para sacarles una foto, una solita, y por ende en todas todas todas las fotos que tenés de ellos, así se sea solos, con alguien más, en grupo, adentro, afuera, en verano, en invierno, en todas, todas, salen mirando para otro lado. Esa gente, me irrita bastante. Y lo peor es que no es una irritación momentánea, no. Es una irritación prolongada, que empieza en el momento en que se saca la foto fallida, y que renace cada vez que uno ve la pésima foto obtenida.
domingo, 12 de febrero de 2012
Hola, qué tal
Una cosa que me molesta es tener esta fama de hija de puta que no me puedo sacar de encima. Una fama totalmente infundada, por cierto. No sé por qué, te juro y te re juro que no sé por qué, pero la gente me tiene como muy muy yegua, muy muy forra, muy muy soreta. Y mirá que no lo soy, eh… En serio que no lo soy…
El otro día, un amigo me comenta: “che, me contó el Tito que te cruzó caminando por la rambla, y quedó muy contento, dice que lo saludaste y todo, y hasta charlaron un ratito”.
¿Pero qué es esto? ¿Cómo que estamos sorprendidos de que haya saludado a un ser conocido que me crucé de casualidad? ¡Claro que lo saludé, cómo no voy a saludar!
Está bien, reconozco que puedo ser un poco histérica, un poco ovárica, un poco digamos que fácilmente irritable. Pero el abc del relacionamiento social, lo tengo. Pará un poco. Decirle “buen día” a alguien que te encontrás es como el básico de la interacción humana, y el básico lo domino.
O sea, admito que de vez en cuando prefiero las escaleras al ascensor porque sé que en el ascensor siempre hay alguien que quiere entablar una conversación innecesaria, y que en el ómnibus me dejo los auriculares puestos aunque se me haya acabado la batería del mp3 para ahuyentar a cualquier desconocido que pretenda sentarse al lado mío a hablarme, y que cuando suena el teléfono ni siquiera amago a levantarme del sillón para atender si ya sé quién es que está llamando. Lo admito, pero de ahí a no decir “hola” y “chau”, lo elemental de la actividad comunicacional… Pará un poco.
El otro día, un amigo me comenta: “che, me contó el Tito que te cruzó caminando por la rambla, y quedó muy contento, dice que lo saludaste y todo, y hasta charlaron un ratito”.
¿Pero qué es esto? ¿Cómo que estamos sorprendidos de que haya saludado a un ser conocido que me crucé de casualidad? ¡Claro que lo saludé, cómo no voy a saludar!
Está bien, reconozco que puedo ser un poco histérica, un poco ovárica, un poco digamos que fácilmente irritable. Pero el abc del relacionamiento social, lo tengo. Pará un poco. Decirle “buen día” a alguien que te encontrás es como el básico de la interacción humana, y el básico lo domino.
O sea, admito que de vez en cuando prefiero las escaleras al ascensor porque sé que en el ascensor siempre hay alguien que quiere entablar una conversación innecesaria, y que en el ómnibus me dejo los auriculares puestos aunque se me haya acabado la batería del mp3 para ahuyentar a cualquier desconocido que pretenda sentarse al lado mío a hablarme, y que cuando suena el teléfono ni siquiera amago a levantarme del sillón para atender si ya sé quién es que está llamando. Lo admito, pero de ahí a no decir “hola” y “chau”, lo elemental de la actividad comunicacional… Pará un poco.
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