domingo, 31 de octubre de 2010

Facebook

El otro día un conocido me preguntó si tenía una cuenta en Facebook. Yo le dije que no, porque la verdad que no quería que él estuviera al tanto de todo lo que mis contactos puedan poner sobre mí. Por lo menos por ahora, capaz que si nos hacemos más cercanos sí, pero por el momento ni nos conocemos tanto, así que no me inspira exponerme así a extraños. Y él, por supuesto, me preguntó:
-“¿No? ¿Cómo que no?”
A lo que inocentemente respondí:
-“No, no, en serio, no me gusta que todo el mundo esté al tanto de mi vida privada, no sé, no me convence eso de permitir que se revele tanto de mí”.
Y como era de esperar, ahí empezó a presentarme todos esos argumentos que ya he oído mil veces por parte de la gente que cree (no sé por qué insólita razón) que es fundamental para el futuro de la humanidad convencerme de hacerme una cuenta en Facebook. Que cómo que no, que si no sé lo útil que es para cualquier propósito, que si no sé que mis conocidos igual pueden subir fotos y comentarios sobre mí sin que yo tenga una cuenta, que si no estoy al tanto de todos los dispositivos que tiene Facebook de protección de privacidad, que si no sé que tenés el derecho de elegir cada vez que subís algo a la red quién querés que lo vea y quién no, etc. Y a todo esto yo respondí lo mismo que ya he respondido mil veces. Que sí, que ya sé todo eso, pero que si la gente sube cosas sobre mí, por lo menos no me puede etiquetar porque no tengo cuenta y la cadena se corta más rápido, que por más que hayan opciones para asegurar mi privacidad, nunca se puede controlar totalmente todo lo que todos tus contactos y los contactos de tus contactos hagan, que por más que yo pueda pedir que se saque una foto donde me hayan etiquetado siempre va a haber un lapso de tiempo en que esa foto estuvo publicada a la vista de mis conocidos sin que yo lo quisiera,… (y muchas cosas más que me cansa enumerar ahora).
Y él, nada convencido por mis argumentos, terminó la conversación diciéndome:
-“Ah, ya entiendo, sos de las que tienen algo que ocultar”

sábado, 30 de octubre de 2010

Canciones

A mi hermana no le gusta mostrarme la música que le gusta. Es que si ella descubre una canción que le gusta, lo más probable es que a mí también me guste. Y cuando a mí una canción me gusta, la escucho, la escucho, la escucho. Una y otra vez. Sin parar. Me vuelvo adicta. Y eso hace que a mi hermana, esa canción inicialmente genial, la canse, la agote, la agobie. Y en cuestión de pocos días, termina odiándola. Así le arruiné varias de sus canciones preferidas…

viernes, 29 de octubre de 2010

20 euros

Salí a dar una vuelta y en el medio de la vereda me encontré con un billete de 20 euros. No había nadie en la calle, nadie para ningún lado (ya empezó ese frío que hace que no quieras salir ni por decreto de Estado), nadie a quién preguntarle si le pertenecía, entonces lo junté. Y ahora tengo tremendo sentimiento de culpa porque me imagino todos los posibles propietarios que ese billete podría tener, y siento que todos lo necesitarían más que yo. Entonces no lo gasto. Ahí está, en el escritorio, recordándome que junté un billete del piso que podría haber dejado para el próximo peatón que pasara…

miércoles, 27 de octubre de 2010

Qué HDP

En la estación de metro cerca de casa, a la que voy todos los días, varias veces por día, a tomar el metro, la escalera mecánica no anda. Desde hace ya varias semanas. Y esa escalera mecánica es el único modo de acceder a las vías para tomar el metro, es decir, no hay una escalera normal y tampoco hay ascensor. O sea que desde hace varias semanas, toda la gente que tiene que tomar el metro en esa estación maldice su suerte cada día ya que debe subir los altos e incómodos escalones de la escalera mecánica apagada. Y yo desde hace varias semanas me imagino que en algún lugar de París hay alguien riéndose para sus adentros al imaginar el esfuerzo físico que hacemos todos al subir una escalera mecánica apagada. Es que verán, para mí, la razón por la cual la escalera está apagada es que ese alguien apretó el botón “Stop” del costadito de la escalera. Sencillamente.

sábado, 23 de octubre de 2010

La novela histórica

El género de la novela histórica es un género muy particular. Es un género excepcional, magnífico, si el escritor entendió el significado de su labor, y su deber para con los lectores. Cuando no es así, la novela histórica es potencialmente peligrosa. Yo he leído novelas históricas espléndidas, placenteras, muy bien logradas, como El día que Nietzsche lloró, de Irvin D. Yalom. Pero también he leído de las otras, las que se transforman en un peligro para el lector mal informado. Porque el escritor tiene que llevar a cabo, antes de proponerse escribir, una investigación muy profunda, y en base a los resultados decidir qué se podría novelar, y qué no. Sobre todo cuando se trata de una novela histórica biográfica. Al redactarse la biografía de una personalidad, así sea novelada, hay que entender que ciertas cosas no se pueden novelar. Los artificios puede contribuir a transformar lo escrito en obra de arte, pero hay ciertos aspectos que no se pueden contaminar. Es difícil retenerse, lo sé, pero en ciertos temas hay que ponerle un límite a la imaginación y serle fiel a la historia real. No basta con sentir una profunda idolatría y admiración hacia la personalidad sobre la cual se escribe, ni basta tampoco con trasmitir esos sentimientos a lo largo del libro. También hay que respetar los acontecimientos relativos a las personas que rodearon al personaje central, aunque por ellas no se sienta tanta admiración.

Este post surgió por mi decepción al terminar de leer Al encuentro de las Tres Marías, Juana de Ibarbourou más allá del mito, de Diego Fischer.

viernes, 22 de octubre de 2010

¿Tenés fuego?

Hay algunos padres que de pronto un día descubren que su hijo fuma. Y yo me dirijo a ellos.


Señores, es muy posible que su hijo sea de esos que empezaron a fumar desde su más temprana pubertad. Y probablemente, él ni siquiera haya hecho mucho por ocultarlo, pero ustedes pasaron por alto todas las pistas que se les presentaron. Por ejemplo, cada vez que su hijo decía “me voy a caminar media cuadra” no iba a caminar media cuadra sin nada en la mano… iba a caminar media cuadra con un cigarrillo en la mano. Cada vez que su hijo ponía a lavar toda la ropa porque apestaba a cigarrillo alegando que “había un montón de gente fumando anoche en el bar y se me impregnó” el que fumaba era él, y no en el interior del bar, sino en la puerta, del lado de afuera, porque hace ya varios años que se prohibió fumar en lugares públicos. Cada vez que ustedes, queriendo poner agua a calentar para un mate o un café, se preguntaban a dónde habrían ido a parar todos los encendedores y fósforos de la cocina, hubiera sido más lógico responderse que al bolsillo de la mochila de su hijo, en vez de convencerse que la empleada se los robaba.

...

miércoles, 20 de octubre de 2010

Mensaje de texto

Yo tengo una tía muy graciosa. Bueno, tengo muchas tías, todas muy graciosas. Pero esta en especial. No hace mucho descubrió que se pueden mandar mensajes de texto por el celular. Y entonces, de vez en cuando, si por alguna razón es mejor no llamar, ella manda un sms. Y nosotros no sabemos si es que ella escribe utilizando el mecanismo del diccionario automático sin haberlo entendido del todo, o si es que escribe sin ese mecanismo, letra por letra, aburriéndose en la mitad del mensaje, pero el tema es que sus mensaje son en código. Un dialecto extraordinario que parece sacado de esas películas de ciencia ficción. Y bueno, uno sonríe e intenta descifrar el mensaje. “Okivha” por ejemplo vendría a ser yo, Olivia, y “Pejaxa” por ejemplo vendría a ser mi hermana, Pelaya. Y si fuera de contexto apareciera la palabra “amo” vendría a remplazar un “con”. Y si el mensaje terminara con un “Cero” vendría a ser un “Beso”. Hasta ahí llegamos, ese tipo de cosas, logramos decodificarlas. Pero un día mi tío recibió un mensaje terrible, una cosa que leía más o menos así:

“Ghudb jd jbdk poros kehj Jeronlkö ?”

Después nos enteraríamos que era la manera de mi tía de preguntar por mi primo Jerónimo, quien había dicho que volvería a una determinada hora de la casa del amigo, y muy pasada esa hora todavía no había llegado.

Pero ese mensaje mi tío no lo entendió. No lo entendió ni ahí. Tuvo que llamarla y confirmar a qué se refería. Y aprovechó para explicarle que ese mensaje o era sencillamente incomprensible, o estaba escrito en un lenguaje extraterrestre. Y mi tía, indignada le contestó:

-“¡Un poco de imaginación!”

domingo, 17 de octubre de 2010

La pesca ecológica

Sí, sí, hay un tipo de pesca, al que le llaman pesca ecológica.

A los que no estén familiarizados con el término, les explico de qué se trata.

Se trata de un modo de pescar, que consiste en que los amantes de la pesca, sintiéndose culpables por matar a tantos peces sin la capacidad o las ganas de comerlos todos, deciden colaborar con el medio ambiente, las especies en extinción y la ecología mundial, devolviendo rápidamente al agua el pez recién pescado. Muy rápidamente, claro, para que no muera por estar demasiado tiempo fuera del agua. Y por supuesto se aseguran que sus anzuelos estén en impecable estado, porque la infección en la herida que el pez sufriría por un anzuelo oxidado sería letal. Y claro está, al tirar de la caña para alcanzar a agarrar el pez, lo hacen bien suavemente, evitando que el pez viaje a rastras, para que éste no sufra daños golpeándose y rebotando contra la superficie del agua. Y estos seres son tan caritativos que también procuran que la resistencia que el pez impone al ser pescado mientras el pescador intenta desengancharlo del anzuelo sea mínima, porque esa lucha suele provocarle más heridas todavía.

Y bueno, eso de que el pez al ser pescado reciba un anzuelazo en la boca que lo deforma y desfigura, eso de que el tiempo pasado fuera del agua, por más mínimo que sea, siempre lo debilitará, eso de que al ser tomado por las agallas sangre casi inmediatamente porque éstas son muy frágiles, incitando a las demás criaturas marinas a devorarlos, eso de que al estar fuera del agua le aumente la presión en la vejiga natatoria, impidiendo que se pueda hundir… todo eso muchachos, son detalles…

¡Qué grandeza de espíritu, pescadores, habérseles ocurrido la pesca ecológica!

¿Cómo decís?

Una amiga mía, que citando a la Tana Ferro ahora pasó a ser ex amiga, el otro día decidió discutir en la mesa que compartíamos con varias otras amigas sobre los derechos de los homosexuales, y en particular, su lucha por conseguir legalizar su matrimonio. Su argumento más sólido fue:


-“Empiezan por el matrimonio y seguro que dentro de poco van a estar jodiendo con que quieren el derecho al divorcio”

Y yo pienso, ¿no?... ¿Cómo es que fuimos a la misma escuela, al mismo liceo, tenemos amigos en común y solíamos reír de los mismos chistes? ¿En qué momento se dio tal cambio radical en nuestas mentalidades y personalidades?

viernes, 15 de octubre de 2010

Yo nunca

Yo nunca dije « Ay ay… te dejo que estoy en el metro y no escucho nada, hay un ruido horrible » sentada tranquilita en el sillón de casa…

martes, 12 de octubre de 2010

¡Arriba!

Erase una vez una chica que se despertaba efectivamente con el sonido del despertador. Esa chica soy yo, y digo “érase una vez” porque ya no lo es… No sé en qué momento se produjo un cambio tan brusco, pero ahora me encuentro despertándome horas y horas después de lo planeado, tras haber apagado el despertador en un acto de total inconsciencia. Y no sé cómo solucionarlo… Ya probé programando tres, cuatro, diez alarmas diferentes, ya probé con el volumen máximo del aparatejo, ya probé cambiando la canción por la más irritante, ya probé alejando el despertador para forzarme a moverme para apagarlo… ¿Será que debo rendirme? ¿Será que debo cambiar todas mis clases y tomar sólo las de la tarde?

??

Tire y empuje. Son dos opciones. Sólo dos. Entonces…¿¿Cómo hago para abrir las puertas recién al tercer intento??

martes, 5 de octubre de 2010

Mejor tiráte a tomar sol...

A mí no me molesta que la gente juegue a la pelota en la playa. Es decir, no me molestaría si no me molestaran. Pero como en mi experiencia, inexorablemente cada vez que alguien se pone a pelotear o paletear cerca de donde yo decidí tomar sol, recibo varios paletazos, resulta que sí, me molesta bastante que la gente juegue a la pelota o a la paleta en la playa.

lunes, 4 de octubre de 2010

¿Y ese olor?

Un secreto muy bien mantenido de la humanidad: si un tapado de esos de abrigo como de lana o paño, que no son de lluvia, se exponen demasiado tiempo a la lluvia, el material mojado huele a … pancho de feria.
Les cuento cómo lo descubrí…


Estábamos con Pelaya en París, y en realidad las dos ya conocíamos bastante bien la ciudad, así que algunos de los típicos paseos turísticos decidimos no repetirlos. Sólo algunos, por supuesto, porque la mayoría tiene un encanto tal que te da ganas de volver a hacerlos una y otra vez. Para nosotras, por ejemplo, un paseo obligado es el Musée d’Orsay. Ahí están todas las mayores obras impresionistas. Y el impresionismo es la base. Así que fuimos. Por otro lado, cabe aclarar que yo tengo una teoría curiosa acerca de los metros (o subtes). Me molesta bastante esa sensación claustrofóbica que dan los largos pasillos que llevan de un tren al otro, sobre todo considerando que suelen estar repletos de gente. Entonces mi teoría dice que si el trayecto en metro será sólo de pocas paradas, es mejor ir caminando, o si hay que hacer una conexión únicamente por una o dos paradas, mejor no tomar el segundo y caminar lo que queda en vez de cambiar trenes. El día que visitábamos Orsay, quise aplicar este principio. En vez de hacer una conexión, elegí una parada que me pareciera lo más cerca posible del museo para caminar el resto. Pelaya, por supuesto, me siguió. Sólo que, detalle, esa parada estaba un poco más lejos de lo que imaginé… Más o menos a 20 cuadras. 20 cuadras cuando se está haciendo vida de turista, recorriendo y recorriendo ciudades, con fatiga acumulada de días y semanas, son mucho más que 20 cuadras. Y sí, lo adivinaron, para colmo de males, esas 20 cuadras hubo que caminarlas bajo lluvia… Lluvia torrencial, cabe aclarar. Y también cabe aclarar que no llevábamos paraguas.

Y ésta es la historia de cómo nuestros tapaditos terminaron oliendo a… pancho de feria.


domingo, 3 de octubre de 2010

Mi nuevo hobby

Hace poco descubrí un nuevo pasatiempo... Y ya es mi pasatiempo preferido. Lo recomiendo abiertamente. Consiste en encontrar a algún cercano que use enjuague bucal, estar cerca cuando haga su enjuague,  y proponerse hacer que lo escupa antes de tiempo de la risa.
Por lo general, los enjuagues bucales tienen escrito en la etiqueta cuánto tiempo hay que aguantarlos en la boca, así que si te acercás a alguien mientras lo usa, probablemente esté muy concentrado contando mentalmente los  segundos que van pasando. Entonces, si uno le conversa lo suficiente y lo marea un poco, probablemente, antes de abandonar la lucha y escupir todo, pierda la cuenta, irritándose, y haciendo de este pasatiempo todavía más divertido.

viernes, 1 de octubre de 2010

Ibiza

Yo lo repito y lo repito. Que fui a Ibiza reiteradas veces, porque me encanta la playa. Y sigo repitiéndolo. Que es paradisíaco, que el clima es espectacular, el mar hermoso, las vistas increíbles, los mariscos exquisitos, el centro histórico (Patrimonio Universal según la UNESCO) divino. Y cada vez que lo digo, la reacción de mi interlocutor es la misma: petrificación de la mirada, y gesto de sorpresa e incredulidad. Y yo puedo adivinar perfectamente lo que está pensando, porque según el interlocutor, ese pensamiento es siempre una de las dos opciones siguientes:


-“¡Qué desperdicio de Ibiza!”

o

-“¡Esta tiene una doble vida total, y cada vez que se va explota Ibiza!”