jueves, 4 de noviembre de 2010

Mi agenda

Estoy maravillada. Absolutamente. ¡Qué invento extraordinario! No se puede creer… La agenda. ¡Qué grande el ser humano! Ustedes dirán, “ay sí, la agenda, nada sorprendente, debe de haber sido el primer invento de la humanidad, y a ella recién ahora se le ocurre descubrirlo…”.

Es que yo les cuento, desde que aprendí a leer y a escribir, y hasta hace unos meses nada más, para mí la agenda era algo así como un cuadernito en el que dejaba fluir mi inspiración, escribiendo de vez en cuando, a modo de diario íntimo, lo que había hecho tal o tal día (con lujo de detalles, claro está). También me dedicaba a llenar páginas y páginas con frases célebres ingeniosas, las que escribía con distintas letras, motivos y colores. Los pegotines también supieron tener un papel fundamental en mis agendas, ayudándome a ilustrar de vez en cuando algún día o alguna semana. En resumen, para mí la agenda siempre fue como un pasatiempo, un entretenimiento que me salvaba cada vez que la clase se ponía aburrida. Era como una colección de dibujitos, frases y pegotines, pero la verdad es que yo prestaba mínima atención al encabezado de cada página indicando el día del año. Para anotar los deberes y las fechas de entregas, ya tenía yo a la palma de mi mano, y si se me borraba, ya tenía yo a mis amigas para que me lo recordaran. De más está decir que yo a las agendas las elegía por los colores de la tapa, o por la temática general, ni siquiera me fijaba si eran diarias o semanales. A veces me pasaba que justo la que me gustaba era enorme, y pesadísima, así que al cabo de la segunda semana ya no la llevaba conmigo, y cumplía su función desde mi mesa de luz. Hasta hace algunos meses, cuando de repente todo cambió… Al fin descubrí el propósito de las agendas. Es mágico, no lo puedo creer, estoy anonadada. Eso de tener todo lo que uno tiene que hacer anotado ahí, con fecha y todo… Es brutal. Sencillamente. Es una fuente de información increíble. Si supieran cómo se ríen de mí mis compañeros de clase cada vez que yo saco orgullosa mi agenda para anotar cualquier mínimo dato que nos haya dado el profesor. Es que ellos no saben lo que es vivir 22 años preguntando para cuándo era la entrega con una agenda llena de fotos y chistes y cartitas.

2 comentarios:

  1. más vale tarde que nunca!
    yo debo ser un ser casi que superior, porque toda mi vida tuve una agenda que sirvió a los dos propósitos: diario íntimo, chucherías, pegotines, la entrada al cine y el palito del chupetín que me regaló el chico que me gusta, y a la vez, anotaba todas las obligaciones. debés admitir que soy genial.

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  2. pa, la verdad que si, me dejas sin palabras

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