Hay una cosa que todos los que vivan o trabajen en algún lugar con una de esas puertas que se trancan solas al cerrarlas, y que una vez cerradas sólo de adentro se pueden abrir sin llaves detestan seguramente como yo…
Es ese instante en que cerrás la puerta, e inmediatamente al cerrarla, con la mano todavía en el pestillo, golpeando la frente contra la puerta te maldecís porque te acabás de dar cuenta que dejaste la llave adentro. Y por supuesto, siempre te das cuenta exactamente un segundo después de mandarte la cagada, cuestión de que no se puedo arreglar pero que el lamento sea máximo.
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