lunes, 19 de diciembre de 2011

Tangram

Mi madre, dirigiéndose al vendedor del puesto de acertijos y puzzles artesanales, en el que habíamos estado chusmeando un rato largo:
-“Usted sabe que me sorprendió mucho mi hija, una decepción brutal, yo estaba segura que ella con lo inteligente que es iba a poder armarle la especie de Tangram esa que tiene, pero vio que le costó un montón y no pudo… Ni ahí, ni cerca, un mamarracho le quedó la figura. Las madres siempre pensamos que nuestros hijos son un poco más capaces de lo que en realidad son.”

Respirá hondo. Contá hasta diez.

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