- No me hables en el gimnasio
- No me hables en el ómnibus
- No me hables en el ascensor
- No me hables si tengo los auriculares puestos
- Definitivamente no me hables si tengo los auriculares puestos en el gimnasio, el ómnibus o el ascensor
- En la playa sólo podés hablarme si estoy vestida. Ni se te ocurra acercarte si estoy en bikini tomando sol. Meter la panza durante media hora mientras me contás que el hijo de tu vecino está estudiando dermatología es mucho trabajo para mí.
- En el supermercado sólo podés hablarme si estamos en la fila para pagar, hay mucha gente y la cajera (o el cajero) es lenta(o). Ni se te ocurra acercarte si estoy en la góndola de las toallitas higiénicas. Lidiar con situaciones embarazosas, de nuevo, es mucho trabajo para mí.
- Si creés que me conocés de algún lado pero no estás seguro(a), quedáte con la duda, y por favor, no me hables. Explicarte que no te conozco o hacer de cuenta que no te conozco es, una vez más, mucho trabajo para mí.
- Si estás pensando en pedirme la hora, no me hables. Darte la hora, bueno, no es tanto trabajo para mí, pero me embola.
Mis reglas son simples. Y bueno, si te parece que no son tan simples, si te parece que son demasiadas y pensás que no podrás recordarlas todas, hagamos así, te las resumo en un solo punto: No me hables.
Y mi madre sigue insistiendo en que no entiende cómo sigo soltera...
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