miércoles, 26 de octubre de 2011

I think you have the wrong person…

Antes de empezar con la siguiente historia (historia que por cierto es real) quiero aclarar que yo vivo en una residencia de jóvenes, bien típica, de esas donde los baños y la cocina son compartidos, y donde siempre, siempre, hay joda.

Esta historia se sitúa entonces en tal residencia. Acá va.

Estaba yo en patines (clara señal de que iba a salir a patinar muy próximamente, ¿no?) en la cocina, para agarrar una botella de agua de la heladera para hidratarme en la patinada. En la cocina había también en ese mismo instante otro chico, uno de esos latinoamericanos que se cree que el simple hecho de que seamos los dos latinoamericanos nos hace, no sé, mejores amigos, almas gemelas, inseparables. Y para acentuar ese vínculo que él cree compartimos, cada vez que me ve me hace algún comentario del estilo: “En un diario colombiano salió hoy que la presidenta argentina cruzó la calle sin mirar a los costados” o “Vi un video en youtube del chico uruguayo que en el Mundial Sub 12 del 93 metió un gol contra Ecuador” o “El otro día conocí a alguien de Asunción. Ah, no, esperá, ¿Asunción era en Uruguay o Paraguay?”.
Se van haciendo una idea del nivel de simpatía que tengo hacia este personaje.
Y ahí estaba yo, con mi botellita de agua en mano, dispuesta a salir a patinar, rezando para que su relato terminara pronto, cuando me dice:
“¿Te quedás un rato en la cocina?”
Mi respuesta: “¿¿¿¿¿????”
Él prosiguió: “Es que estoy poniendo estas papas en el horno, y quiero ir a hacer unos mandados. Tiré el paquete con las indicaciones así que no sé exactamente cuanto lleva, pero si te quedás por acá, ¿no me las controlás? Y que no se quemen, eh, jajaja”

Sí, jajaja le contesté yo… 
 
Creo que se equivocó de persona… No sé, creyó que yo era la novia, la madre, la empleada, alguien con paciencia, alguien a quien le importa en lo más mínimo que él coma papas quemadas…

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