Una cosa muy graciosa (o muy irritante, depende con el humor que se esté) es chatear con adultos. Hay algunos que ya hace bastante que se adaptaron, es verdad. Pero taaaantos otros siguen luchando…
Mi madre, por ejemplo, logra exasperarme cada vez que chateamos. Primero, porque no entiende que el dibujito de la camarita te indica si la camarita está enchufada o no, y si el dibujito de la camarita aparece, la camarita está enchufada, y si querés ver la camarita, apretá el dibujito de la camarita y la camarita aparece… Nada muy sofisticado, ¿no? Pues parece que sí, porque cada vez que me ve conectada la conversación arranca por:
“¿Dónde está la cámara? ¿Por qué no te puedo ver? ¡Poné la cámara que te quiero ver!”
Segundo, porque parece ser que escribir, esperar respuesta y leer respuesta, como si fuera una conversación normal, son instrucciones demasiado difíciles de seguir. No sé cuál es la historia, si escribir y leer al mismo tiempo requiere demasiada atención, pero mi madre escribe escribe escribe, pregunta todo lo que se le ocurre, se saca todas las dudas, y yo contesto cosa por cosa, y al ratito me empiezan a llegar una por una todas las preguntas de nuevo…
Y tercero, porque los adultos (de nuevo mi madre a la cabeza) no se saben despedir por chat. Siempre llega un momento en que le digo “Bueno mamá te dejo que tengo que hacer tal cosa” y siempre es en ese preciso momento que a ella se le ocurre bombardear a comentarios, chusmeríos, preguntas, cosas… Y si yo digo “Un beso” ella contesta, y si yo digo “Chau” ella contesta, y si yo digo “Hablamos más tarde” ella contesta… Y siempre contesta o sea que la despedida no se lleva a cabo por un rato laaaaaargo.
jueves, 8 de octubre de 2009
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